Editorial

¿Dónde está la Tierra de Campeones?

Todo tiempo pasado fue mejor.

Así reza el dicho que, sin duda, abre una interrogante directa respecto de si lo que se vivió en tiempos de antaño resulta ser mucho mejor de lo que nos toca apreciar en el presente.

Algunos pensarán que es sólo un sueño nostálgico recordar lo que se fue y no volverá, pero que nos permite sentir que lo que hoy vivimos no tiene la grandeza –incluso, la belleza- de aquellos tiempos.

Toda sociedad sufre transformaciones. El apabullante modelo económico que irrumpe en el sistema de vida, creando la imperiosa necesidad del consumismo para acceder a la última tecnología, la globalización y el mal llamado progreso, son procesos continuos –algunos dirían inevitables-, pero que no deben alterar la identidad y el sentido de pertenencia de una comunidad.

Sin embargo, en una mirada rápida del acontecer local, pareciera que ello es lo que ocurre con Iquique… una grandiosa ciudad que, por diversos motivos, dejó de lado su mayor emblema: ser la Tierra de Campeones.

De un tiempo a esta parte, aquel sello ha ido perdiendo su brillo y, por consiguiente, el sentido de vida que le daba a una comunidad que gritaba a los cuatro vientos sentirse orgullo de ser “iquiqueños” y vivir ese sentir a cada momento y en cada rincón de la ciudad.

Quizás no haya sólo un culpable, o tal vez, sean todos y todas quienes habitan esta tierra.

Pero lo cierto es que el aumento de la pobreza social y humana bajo el prisma de un neoliberalismo exacerbado, la irrupción del narcotráfico, el aumento de delitos de alta connotación social, la corrupción como sistema garante de beneficios; sumado a la falta de voluntad de las autoridades en todos los niveles para ejercer una gobernanza del territorio, han socavado aquel espíritu que rememoraba a un Iquique de gloria y grandeza.

También la desidia de la propia comunidad por cuidar la ciudad y evitar que sus calles estén sucias y mal olientes, han calado profundamente en este devenir comunitario, provocando un desarraigo de aquel imaginario colectivo que es parte de “lo nuestro”.

Sin duda, ya es tiempo que la propia comunidad recuerde lo que dice el memorable himno de la ciudad… “Si supimos vencer el olvido, soportando un ocaso tenaz, evitemos que en estos instantes, el progreso nos pueda cegar”.

Hoy resulta necesario sacarse la venda de los ojos y salir de aquel oscuro letargo en que está sumida la ciudad, para recobrar su grandeza y volver a transformarla en la Tierra de Campeones. No importa cómo ni con quién!

Sólo se necesita recobrar aquella riqueza de espíritu que nos invoca el deber ciudadano de ser hijos e hijas de esta tierra, levantando la frente para decir:

“Cantemos con el alma estremecida ¡Iquique, Iquique, Iquique!

Eres el gran amor de nuestras vidas, mi viejo y heroico Iquique”.

 

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