Opinión

Presencia Femenina el 7 de Junio de 1880

Ana Olivares Cepeda, Vicepresidenta Los Viejos Estandartes® Antofagasta

A 144 años de la gloriosa hazaña del Asalto y Toma del Morro de Arica, la imagen vencedora del Regimiento 4to de Línea, quienes son los primeros en llegar a la cima, es la que se nos viene automáticamente a la memoria, al igual que la muerte de su comandante Juan José San Martin Penrose.

Aquella madrugada, también estuvieron presentes los Regimientos 3ro de Línea, 1ro de Línea Buin, Lautaro, Carabineros del Yungay y Cazadores a caballo. Por mar, se encontraban el blindado Cochrane, el vapor Loa, la goleta Covadonga y la cañonera Magallanes.

No obstante, la presencia femenina no estuvo ausente en el enfrentamiento. María Rojas Moya, con tan sólo 16 años, se enlista en octubre de 1879 al 4to de Línea, junto a su amiga Belarmina  Josefa del Carmen Herrera Poblete. Ambas, y como muchas de nuestras mujeres, usaron uniforme y nombre de varón para servir a su país: la primera como Pedro María; y la segunda, como José del Carmen.

Tres meses antes de aquel 7 de junio, Belarmina Josefa Herrera fue reconocida por su abnegada labor como combatiente en las acciones de Pisagua, San Francisco y Tacna, por lo que es ascendida a cabo 2 y, junto con María Rojas, son autorizadas a cumplir funciones como cantineras y enfermeras de la unidad, combatiendo y asistiendo codo a codo con los bravos de Arica. Luego, marcan presencia en Chorrillos y Miraflores.

A su regreso a Chile, ambas reciben las medallas correspondientes. Belarmina se casa sin dejar hijos.

María se queda en Pisagua y sólo se sabe de ella en 1929, cuando se abre un expediente con testigos de su unidad para poder recibir las recompensas económicas por servir en 1879. Fallece en 1931, soltera y sin dejar descendencia.

Belarmina deja de existir en 1919 y recibe los honores respectivos a una veterana del 79. Sus restos, descansan, aunque sin identificar la tumba precisa, en el mismo mausoleo de la Sociedad de Inválidos del 79, donde reposa otra de las mujeres que estuvieron presentes en esta gran gesta heroica. Hablamos de la Sargento 2do Irene del Carmen Morales Galaz, cantinera del 3ro de Línea. Ese 7 de junio, Irene se encontraba en las cercanías de la catedral de la ciudad de Arica, lugar que albergaba a los heridos de esta batalla. Se dice que llegó herida desde la batalla del Alto de la Alianza/Tacna, (donde entra triunfante montada en un caballo mulato y una bandera chilena en cada lado de su montura), por eso no estaba con su unidad en el Morro.

Morales, al darse cuenta que se refugian varios peruanos en el improvisado hospital, huyendo del ataque chileno, entra presurosa al lugar y los ubica hacia el frontis. Allí, imponiendo sus grados, forma un grupo de fusileros y ordena su ejecución. Los historiadores de la época describen este episodio como la venganza perseguida en el nombre de su esposo, Santiago Pizarro, fusilado en Antofagasta en 1878.

Irene participa de las mismas campañas que su amiga Josefa. Ambas tenían la misma edad (32 años), fallecieron el mismo mes y de la misma patología (neumonía), pero con 40 años de diferencia (Morales muere en 1890 y sus restos son trasladados al mausoleo en 1903).

La 3ra mujer que fue testigo del asalto al Morro es la cantinera del Regimiento Atacama, Filomena Valenzuela Goyenechea. Aunque su unidad no se encontraba presente en Arica, fue testigo ocular de lo sucedido, ya que venía desde la batalla del Alto de la Alianza (26 de mayo) donde, a pesar de resultar herida, siguió atendiendo a los heridos del enfrentamiento. Es tal la impresión que se lleva del combate, que cada 7 de junio siguiente hace llegar saludos al comandante de turno del regimiento 4to de Línea, resaltando la valentía de cada uno de los involucrados, poniéndolos como ejemplo para las generaciones venideras.

Incluso, después de su muerte, deja esa misión a su hermana Mercedes, quien continúa con la tradición hasta sus últimos días, “(…) este mensaje tiene como objeto acceder al último deseo de mi siempre recordada hermana Filomena Valenzuela Goyenechea QEPD, quien tuvo el alto honor de desempeñar el cargo de cantinera del regimiento Atacama, asimismo de haber sido testigo ocular de la gran destreza y heroísmo sin igual puesto a prueba en el Asalto y Toma del Morro de Arica (…)”.

La “Madrecita” obtiene los grados de Subteniente, se establece en la ciudad de Iquique, donde fallece en 1924. En 1942, sus restos son trasladados hacia su ciudad natal, Copiapó, y son dejados junto a otros oficiales del Atacama, incluyendo a su hermano Juan Segundo y su cuñado Jorge Cotton Williams, en la cripta a los héroes. Quisiéramos decir que descansa en paz. Sin embargo, tras el aluvión del 2015, la cripta sufrió una inundación, rompiendo varios de los frágiles féretros que allí se encontraban. Hoy, todos los héroes del Atacama descansan momentáneamente en la capilla militar del regimiento de la ciudad de Copiapó.

Finalmente, encontramos a la cantinera del 2do de Línea, María Quiteria Ramírez Reyes. Ella es tomada prisionera en la Batalla de Tarapacá (27 de noviembre 1879), luego de ver morir brutalmente a sus compañeras Leonor Solar, Rosa Ramírez, Susana Montenegro y, por supuesto, a su comandante Eleuterio Ramírez Molina. Cuando la toma del Morro ya era definitiva, María es liberada, reencontrándose con su amiga Irene Morales y Josefa Herrera, uniéndose también a las acciones antes mencionadas.

María “la Grande” (llamada así no por ser muy alta, sino por superar la media de la época, 1,60) se casa y establece en Ovalle, falleciendo en 1929 y siendo sepultada en el mausoleo de veteranos del 79. Conocida es la carta que envía años antes a sus superiores solicitando una pensión, debido a que regresó de la guerra con una afección crónica al hígado que la tuvo a mal traer por muchos años y hasta los últimos de sus días. Esa carta nunca tuvo respuesta.

Después de más 140 años de invisibilización histórica, el 8 de junio del 2022 el Senado aprueba unánimemente el 27 de noviembre como el “Día Nacional de la Cantinera”, en reconocimiento de la participación de la mujer en la Guerra del pacífico, ley de la República de Chile Nº 21.466, promulgada el 23 de julio del mismo año.

Con esta ley nuestras Cantineras han vencido al olvido.

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