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La creación del término “Realpolitik” se le atribuye al historiador y periodista alemán Ludwig Von Rochau. Sin embargo, fue otro alemán, Otto Von Bismarck, quien lo utilizó profusamente en las distintas cancillerías europeas para justificar su política de equilibrio de poderes en la Europa post-unificación alemana del siglo XIX.
Sin perjuicio de lo anterior, algunos autores consideran El arte de la guerra de Sun Tzu o El Príncipe de Maquiavelo como precursores inmediatos de esta corriente política de carácter pragmática, siendo sus exponentes más destacados el Cardenal Richelieu, Charles-Maurice de Talleyrand-Périgord, Otto Von Bismarck, Conde Cavour, Georges Clemenceau, Theodore Roosevelt, Andréi Gromiko, Richard Nixon y Henry Kissinger, por mencionar algunos.
En cuanto a ejemplos de “Realpolitik”, podemos mencionar el tratado de no agresión firmado por Hitler con Stalin (Pacto Molotov-Ribbentrop) la noche del 23 al 24 de agosto de 1939, sólo días antes de la invasión alemana a Polonia y que daría comienzo a la Segunda Guerra Mundial. Ambos dictadores ganaban tiempo con dicho pacto y aprovechaban de repartirse Polonia.
Pero cuando Hitler decide romper el pacto de no agresión y procede invadir la Unión Soviética en junio de 1941, el acérrimo anti-comunista Winston Churchill, señaló que si Hitler invadiera el infierno le gustaría hacer al menos una referencia positiva al diablo en la Cámara de los Comunes. El enemigo de mi enemigo es mi amigo y en la guerra todo vale.
Bajo la misma lógica, mientras la Unión Soviética luchaba contra Alemania e Italia, junto con sus aliados occidentales, Stalin no atacó a Japón hasta el 9 agosto de 1945, o sea, el mismo día que era lanzada la segunda bomba atómica en la ciudad de Nagasaki por EE.UU. La no guerra entre URSS y Japón durante gran parte de la Segunda Guerra Mundial era algo necesario y conveniente para ambos bandos, cuyos esfuerzos estaban orientados hacia otros frentes.
Los casos descritos son una muestra de la política “realista” o Realpolitik centrada en el entendimiento de las relaciones de fuerzas y la prosecución del interés nacional. Pero, ¿qué es el “Interés Nacional”? , para Rubén Herrero de Castro: “El interés nacional puede definirse entonces de forma genérica, como la defensa y promoción de objetivos naturales y esenciales de un Estado en el área política, económica, social y cultural.
El interés nacional esencial sería garantizar la supervivencia, seguridad del propio Estado y la defensa de su población. Inmediatamente después cabría situar la búsqueda de poder, riqueza y crecimiento económico. Todo ello por sí mismo y para servir a la satisfacción del nivel esencial”.
Dicho lo anterior, deberíamos entender que las relaciones internacionales de un país deben satisfacer, en primer lugar, sus propios intereses y, posteriormente, velar por la mutua satisfacción de intereses o demandas con el resto de los países. Por lo tanto, la promoción de la paz y la seguridad, que contribuye a la prevención y resolución de conflictos entre los Estados y por consiguiente la estabilidad y la seguridad internacional, no obedece solamente a un imperativo categórico, como diría Kant, sino al sentido de oportunidad y conveniencia de los Estados que dentro de un marco referencial, como la carta de las Naciones Unidas, permite encauzar u orientar la acción de los Estados sobre principios comunes y aceptados.
Actualmente se especula la reformulación de un Nuevo Orden Internacional sin la Hegemonía de EEUU y el G-7, y se espera por algunos analistas que el multilateralismo sea lo predominante.
Por ello, el rol de la India adquiere relevancia. Un vistazo rápido nos permite observar que actualmente es el país más poblado del mundo y mientras China está enfrentando una desaceleración de su economía, la India está presentando tasas de crecimiento cercanos al 5%.
De hecho, se espera que para el año 2050 sea la segunda economía del mundo en función del PIB sólo detrás de China y por delante de Estados Unidos.
Como miembro fundador del BRICS, aspira ser la voz del llamado “Sur Global”, sin disimular sus aspiraciones en el Indo-Pacifico. Su reciente éxito en la exploración espacial al alunizar su nave “Chandrayaan-3” en el polo sur de la luna, donde se presume que hay agua congelada, lo convierte junto a EE.UU., China y Rusia, como los únicos países que han logrado llegar a nuestro satélite natural, reforzando el relato nacionalista del Primer Ministro Indio Narendra Modi.
La India propicia cambios en el Orden Internacional tanto en lo económico como en lo político. Pero la guerra en Ucrania ha mostrado una India pragmática, que no ha condenado abiertamente la invasión rusa, pero que sigue comprando petróleo barato a Moscú para después revenderlo a Europa.
Por otra parte, y sin renunciar a ser la voz del Sur Global, ha adherido al Dialogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD), que está integrado por EE.UU., Japón, Australia e India con una posible expansión a Nueva Zelanda y Vietnam. China ha criticado dicha instancia, acusándola de ser una “OTAN asiática”.
Asimismo, la India ha continuado su participación en la “Mancomunidad de Naciones”, organismo que reúne a las antiguas colonias del Imperio Británico; y en el Movimiento de los Países no alineados, del cual es fundador.
Pero así todo, la India colabora con China en el marco del BRICS, a pesar de las disputas territoriales en la Región de Cachemira y en el territorio de Aksai Chin.
Las fuerzas armadas de la India disponen de 1.470.000 soldados, con una reserva activa de 1.155.000 efectivos, con una considerable Marina que dispone de dos portaviones y una fuerza aérea con más de 2.182 aviones. Según SIPRI, se estima que la India ha ensamblado unas 30 cabezas nucleares y posee suficiente material fusible para un total de 50-70 cabezas (2022).
Actualmente, la India es la mayor “democracia” del mundo, pero todavía debe resolver un sinnúmero de desafíos, como es el respeto de la minoría musulmana y superar el sistema de castas que impide una mayor movilidad social.
No cabe duda que la India o Bharat asumirá un protagonismo que rivalizará con China y EE.UU. en el presente siglo XXI, pero eso no ocurrirá antes del 2050.
Hay un antiguo tratado indio que habla del arte de gobernar, de la economía y la estrategia militar. El Artha-shastra dice en su libro VII “Cuando uno es inferior al enemigo debe hacer la paz. Cuando uno es poderoso hay que hacer la guerra. Si estimamos que el enemigo no puede perjudicarnos, mejor es quedarse quieto”. No cabe duda que el Primer Ministro Narendra Modi debe ser un lector acérrimo de dicho tratado, ya que está logrando posicionar a la India como un actor global.