Opinión

El casi olvidado Día del Veterano de la Guerra del Pacífico

Ana Olivares Cepeda, Vicepresidente de Los Viejos Estandartes® Antofagasta

“Con el objeto de conmemorar los hechos históricos que se desarrollaron durante la guerra de 1879 i de rendir un merecido homenaje a los veteranos sobrevivientes de dicha campaña, este Ministerio ha acordado instituir el 13 de enero de cada año como el Día de los Veteranos, en conmemoración del aniversario de la Batalla de Chorrillos, la más importante i definitiva de dicha campaña”.

Con estas palabras publicadas en el Boletín Oficial de 1926, se declara el 13 de enero como el Día del Veterano en Chile. El objetivo era homenajear a todos aquellos que sirvieron con gran ejemplo de valor y abnegación durante la Guerra del Pacífico. Con este decreto, cada guarnición a nivel nacional debía velar por organizar diferentes actividades festivas y benéficas como obras de teatro, torneos militares o encuentros literarios, para ir en ayuda directa de los círculos, clubes, asilos y sociedades de veteranos del 79.

Antes de eso, muchas cartas fueron publicadas en los diarios de la época consignando el abandono en que se encontraban nuestros héroes sobrevivientes. En una de ellas publicada en el Abecé de 1926, leemos: “Este grupo de hombres (…) no han podido contener el inmenso pesar que desde el fondo de nuestra alma nos conmueve la desgracia de no haber merecido una migaja de la mesa de nuestra madre patria (…) nuestros compañeros bajan a la tumba bañados en lágrimas al contemplar lo desgraciados que hemos sido en nuestro inmenso amor a la Patria, que en la hora de su angustia nos pidió que ofrendáramos nuestras vidas y nuestra sangre (…) ¿Y quiénes son hoy sus hijos? Unos pobres viejos achacosos que para poder vivir se ven obligados a implorar la caridad pública”.

Tuvo que pasar casi cuarenta años desde el término de la Guerra del Pacífico, para que aquellos sobrevivientes tuvieran un día dedicado a su heroísmo. Casi 6.000 cuerpos quedaron en la pampa  extranjera y más de 40.000 regresaron traumados, alcohólicos, enfermos, mutilados, ciegos…

En el maravilloso libro del investigador antofagastino, Patricio Espejo Leupin, “Isaac Arce Ramírez y los Veteranos del 79 de Antofagasta” encontramos cartas y discursos escritas por Arce en su calidad de veterano y presidente de la sociedad, donde hace duras críticas al abandono en que se enfrentan a medida que fallecen.

Leemos, por ejemplo: “Van desapareciendo uno a uno del escenario de la vida con una frecuencia aterradora… (hombres a quiénes) las balas enemigas supieron respetar pero que la guadaña de la muerte nos arrebata sin contemplación alguna”.

Otro registro dice: “El alma se apena llena de dolor y desconsuelo al ver que estos heroicos defensores de la patria, sobrevivientes de una homérica que tanto lustre hijo dio a la Nación bajen a la tumba después de haber llevado una vida de miseria y sin que nuestros  gobernantes hayan sabido recompensar los inmensos sacrificios que ellos se impusieron al ir a los campos de batalla desafiando la muerte y dejando atrás sus seres queridos…”

Las Sociedades de Veteranos del 79 fueron formadas precisamente para ir en ayuda de ellos mismos, lograr convenios médicos y tratamientos, además de asegurar un lugar para el descanso eterno. Con su propio esfuerzo construyeron mausoleos que se encuentran en varias ciudades de nuestro país. Con el pasar del tiempo, estas sociedades fueron desapareciendo junto con el fallecimiento de sus socios, por lo que estos lugares quedaron sin resguardo.

Hoy, quienes fueron designados para custodiar este patrimonio (las diferentes guarniciones del Ejército) también han incurrido en el olvido de esta obligación que se transformó en “voluntaria” finalmente. Es así que en algunos de ellos, los restos de los héroes han sido reducidos, sacando identificación inclusive, y estos espacios han sido ocupados por nuevos funcionarios de la institución que no tienen nada que ver con nuestros “viejitos del 79”.

Otro ejemplo negligente es lo que sucede con la Cripta a los Héroes del Atacama en Copiapó. Luego del aluvión que sufrió la ciudad en marzo del 2015, la fuerza del agua y barro arrasó también con los nichos que se encontraban bajo nivel, abriendo los féretros. Los cuerpos se mezclaron con los residuos aluviales y solo por la acción de unos voluntarios civiles, estos fueron recuperados, limpiados y puestos, supuestamente de forma provisoria, en bolsas y ubicados en la fosa común del cementerio local.

Luego de 6 años los restos fueron puestos en urnas individuales y son resguardados en la Capilla Militar del Regimiento Copiapó, incluyendo los restos de la cantinera Sbte. Filomena Valenzuela Goyenechea, a la espera de ser re inhumados  para el descanso digno que merecen.

Así es como se atenta contra la memoria histórica patrimonial de nuestros(as) valientes de la Guerra del Pacífico. Obviamente, hoy ya no quedan veteranos vivos de aquella época y tal vez  por eso esta conmemoración haya pasado casi al olvido en nuestro país.

Es cierto, las guerras no se justifican, sin embargo, son parte de nuestra historia como nación. De esta conquista del desierto heredamos un territorio nortino rico en minerales que hasta hoy constituyen el soporte, desarrollo y bienestar de toda una nación. Chile pasó de ser un país agrícola a uno minero.

A pesar de la triste realidad que rodea esta fecha, siempre hay quienes, desinteresadamente, velamos por custodiar y evitar que esta desmemoria se propague. Antofagasta es privilegiada por contar con un mausoleo de veteranos del 79 que el 2021 cumplió su centenario.

En él descansan más de 100 héroes provenientes de diferentes unidades y ciudades, incluyendo a la cantinera del Atacama, Matea Silva, quienes, en su retorno de la guerra, eligieron nuestra ciudad para radicarse y formar familia.

En el mismo Cementerio General se erige la cripta de los héroes del 2do Combate Naval de Antofagasta; y de forma individual, hay varios otros veteranos sepultados en diferentes partes del camposanto, incluyendo, un veterano boliviano, Pedro Vargas. A todos ellos, los limpiamos, visitamos y les conversamos, tratando de resarcir y mantener viva su memoria.

Este 13 de enero o cualquier día, visítelos, ellos(as) no piden más que se les recuerde, así sentirán que el haber entregado su vida por la Patria realmente valió la pena. Un país se gana el respeto de otro si respeta y recuerda primero a sus propios héroes.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba