La precariedad del trabajador cultural
Andrea Bonardd Mora, Gestora cultural y Máster en mediación artística de la Universidad de Barcelona

El sector cultural desempeña un papel significativo en la economía de un país, ya que contribuye de diversas formas a su desarrollo y crecimiento. Aunque el arte es una forma de expresión creativa, los artistas también son profesionales que dedican tiempo, esfuerzo y habilidades a su trabajo. Es importante reconocer y valorar el arte como una forma legítima de empleo y considerar a los artistas como trabajadores en el sentido más amplio de la palabra.
Sin embargo, la posición que tienen como trabajadores presenta problemáticas específicas e importantes desafíos. En primer lugar, los artistas suelen enfrentarse a la inestabilidad laboral y la falta de seguridad financiera. Muchos trabajan en proyectos temporales o por cuenta propia, lo que puede dificultar la planificación a largo plazo y el acceso a beneficios laborales básicos.
Además, en muchas ocasiones experimentan la falta de reconocimiento y valoración económica de su trabajo. Los salarios en este campo suelen ser bajos en comparación con otras profesiones, lo que impide la sostenibilidad y el crecimiento profesional de los artistas.
Otro desafío es la falta de protección social para los trabajadores culturales. Muchos no tienen acceso a seguro de salud, pensiones o prestaciones laborales básicas. Esto los deja en una situación vulnerable y dificulta su capacidad para desarrollar su carrera de manera constante a través del tiempo.
Además, la reducida inversión en el sector cultural por parte de los gobiernos y otras instituciones también es un problema. La carencia de financiamiento adecuado limita las oportunidades de empleo y desarrollo profesional en el sector, así como la capacidad de producir y difundir obras culturales de calidad.
Es fundamental que se reconozca y respete el trabajo de los artistas, tanto a nivel económico como social. Esto implica garantizar salarios justos, condiciones laborales adecuadas y acceso a beneficios sociales.
En resumen, el sector cultural aporta significativamente a la economía de un país a través de la generación de empleo, el estímulo del turismo, el impulso a la industria creativa, la generación de ingresos por derechos de autor, la revitalización del patrimonio y la promoción de la identidad nacional. Reconocer y apoyar a este sector es fundamental para aprovechar su potencial económico y cultural.
En ese sentido, tras la reciente conmemoración del primero de mayo nos interesa promover un espacio de reflexión que apunte a dignificar y reconocer el papel del artista como clase trabajadora que contribuye al desarrollo integral de un pueblo.