El arte de pescar en Playa Brava
![](https://prensactiva.cl/wp-content/uploads/2023/08/IMG_20201228_083933_resized_20211225_105155844-780x470.jpg)
Llegó agosto, y a pesar del frío y los días nublados, la playa sigue siendo el espacio público, pero al mismo tiempo íntimo y personal, donde cada quien se reencuentra con la vida misma.
Aunque parezca inusual, a primera hora de la mañana, Playa Brava se transforma en un espacio sinigual, que recibe a avezados deportistas que circulan de un lado a otro, respirando aquel aire marino.
Sin embargo, sus aguas –a veces mansas, y otras veces alborotadas- son el lugar perfecto para el arte de pescar.
Ataviados con sus indumentarias, estos hombres de orilla de mar se enfrentan a las olas, ingresando unos metros para, en un acto sublime, lanzar la lienza con la carnada.
Durante varios minutos, esperan pacientes enfrentando la brisa marina y el golpeteo de las olas espumosas. De vez en cuando, jalan una y otra vez la lienza de su caña de pescar, para ver si algo “pica” aquella jugosa carnada.
Y de pronto, aquella espera se transforma en una danza de movimientos para que, luego de unos tiras y aflojas, de las aguas surge un pez que en el aire lucha por regresar a las aguas bravas.
Aquel arte de pescar se repite por una o dos horas, hasta que el hombre de orilla de mar siente que ha cumplido con el objetivo del día: haber capturado dos o tres ejemplares de algún pez, para emprender su camino de regreso a casa y volver otro día.
Mientras el día transcurre, la playa continúa inmutable al paso de tantos hombres y mujeres que llegan a ese territorio, que es el mirador para contemplar el azul del Océano Pacífico.
Y es que Playa Brava es el reducto urbano, cuya arena acoge a avezados deportistas, familias que van a disfrutar de un paseo o a tomar té mirando el atardecer, grupos de amigos que se reúnen para disfrutar de una tarde o las amantes parejas que caminan por el borde de playa, anhelando que el tiempo no transcurra para perpetuar idílicamente su amor.