Chomache, Enclave de las Rutas Caravaneras

A escasos metros de la playa, en las inmediaciones de los roqueríos en el borde costero sur de Iquique, emerge Chomache, un conjunto arqueológico milenario que da cuenta de la vida de los antiguos habitantes de esta tierra, entre el 1.000 a 1.400 DC.
Las 90 pinturas rupestres plasmadas en blanco y rojo, sobre una gran roca, son las que le dan sentido a la historia de Chomache. En ella se aprecian diversas figuras geométricas, camélidos, aves, albacora y otros peces, que permiten inferir sobre la vida cotidiana de los cazadores recolectores marinos y otras comunidades.
Según varios estudiosos, no cabe duda que este lugar da cuenta de las relaciones que existían entre las poblaciones de pescadores y agricultores en Tarapacá; transformándose en un enclave de las rutas caravaneras prehispánicas, conectando la costa con Guatacondo, Pica y Quillagua.
Es así que las comunidades indígenas tenían un tráfico fluido entre la costa y el interior, para intercambiar productos. De hecho, hay rutas caravaneras sobre la cordillera de la costa, que permiten establecer que hubo esta conexión entre los habitantes de los valles y oasis con aquellas comunidades de la costa, para intercambiar productos como frutas y verduras por pescado y guano.
Este proceso de intercambio comercial no sólo demuestra la conexión entre habitantes de los distintos pisos ecológicos, sino también un proceso de integración social y cultural, tras los hallazgos en el sitio hace unos años de cerámicas, alimentos y semillas locales, talleres líticos y espinas de cactus para agujas, entre otros.
Pero este lugar también destaca por las construcciones que dieron vida a la aldea de esa comunidad prehispánica, quienes para construir utilizaron la técnica de una argamasa de arena y ceniza de huiro que, al mezclarla con agua de mar, se transformaba en una pieza tan dura como el cemento.
Sin duda que todo lo que existe en Chomache demuestra que esa comunidad tenía experiencia para desarrollar las pinturas, además de una cultura única y una forma de transformar el hábitat.
Pese a las gestiones realizadas por Cordetur hace más de dos años, con el municipio de Iquique y la Gobernación Marítima, a la fecha aún no hay respuesta para poner en marcha un plan que permita proteger dicho lugar.
Hemos de esperar que la brisa marina continúe resguardando este sitio, para que podamos preservar el valioso pasado cultural de nuestra región.