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La historia y el progreso de la civilización de la humanidad están íntimamente ligada al desarrollo de herramientas, instrumentos o máquinas que permitieron al hombre no sólo sobrevivir ante una naturaleza muchas veces hostil, sino que además, permitió modificar nuestro entorno, crear imperios o naciones, desarrollar máquinas para hacer aquello que la naturaleza nos privó.
La capacidad de crear, desarrollar y mejorar la civilización humana se hizo gracias a nuestra comprensión de los elementos o materiales que componen la naturaleza.
Fue así como en la Edad de Piedra el hombre creó hachas y herramientas cortantes para el despiece de animales, mejorando e incrementando su dieta de proteínas necesarias para nuestro cerebro. Con el dominio del fuego surge la Edad de los Metales, y se amplían las opciones y los objetos gracias a procesos metalúrgicos, aparece el hierro, cobre y todo tipo de aleaciones como el oro o la plata. Con la aleación de cobre y estaño comienza la Edad del Bronc,e que impulsa trasformaciones sociales que permite el desarrollo de incipientes naciones y con ello la consecuente búsqueda de materias primas y la creación de rutas comerciales para su adquisición e intercambio. El bronce es más duro que el cobre y, por lo tanto, más idóneo para la fabricación de armas, herramientas y armaduras.
Más adelante durante la Revolución Industrial – a mediados del siglo XVIII- se producen las mayores transformaciones tecnológicas, económicas y sociales. La agricultura mejoró su productividad con la mecanización de los cultivos y el uso de los fertilizantes incrementaron la población que empezó migrar del campo a las ciudades.
En materia de transportes, el ferrocarril y los barcos a vapor hizo que el comercio se incrementará. Los imperios dejan de ser regionales y pasan a ser mundiales, donde la existencia de colonias o territorios de ultramar adquieren sentido, toda vez, que proporcionan las materias primas necesarias para abastecer la industrialización de las metrópolis y, consecuentemente, la acumulación de capital.
Todo lo señalado tiene algo en común y es la trasformación de los minerales en máquinas y tecnologías. Hoy a comienzos del siglo XXI las aplicaciones y beneficios de los minerales lo encontramos en los diversos campos del conocimiento humano (medicina, comunicaciones, fertilizantes, armamentos, aviones, cosmética, industria química, electricidad o fuentes de energía, etc.)
Por otra parte, con la transición energética impulsada por el cambio climático, se ha planteado un cambio en los paradigmas referidos a la producción, distribución y consumo de la energía. De ahí ha surgido lo que algunos expertos señalan como la «carrera armamentística» mundial de las baterías, impulsada por la llegada de los vehículos eléctricos que ha incrementado la demanda de litio, níquel, cobalto, grafito, manganeso y tierras raras.
El computador o el celular que está usando para leer esta columna no se escapa de lo señalado.
El punto aquí es que hay minerales de alta demanda que se concentran en sólo unos pocos países, lo que crea un mayor riesgo de aumento de precios e interrupciones en la oferta. Cuando estos minerales son de gran importancia estratégica y económica para la industria de un país, entonces estamos frente a un “mineral crítico”.
Pero la identificación de una lista de “minerales críticos” puede variar para China, EEUU, Unión Europea, Australia o Canadá. Como dijimos dependerá de la importancia que cada país le otorgue en relación a su disponibilidad. Por ejemplo, para la Unión Europea son relevantes: Antimonio; Hafnio; Fósforo; Barita; Tierras raras pesadas; Escandio; Berilio; Tierras raras livianas; Silicio metálico; Bismuto; Indio; Tantalio; Borato; Magnesio; Wolframio; Cobalto; Grafito natural; Vanadio; Carbón de coque; Bauxita; Espato flúor; Niobio; Litio; Galio; Metales del grupo del platino; Titanio; Germanio; Fosforita y Estroncio.
Por otra parte, Chile siendo un país minero, la presencia de metales críticos modernos es muy escaso. Pero si hay hierro, cobre, oro, plata, litio y molibdeno que serán muy necesarios “para la construcción de piezas de alta tecnología que contendrán fracciones pequeñas de minerales críticos.” https://www.colegiodegeologos.cl/post/minerales-cr%C3%ADticos .
Otro tema que hay que tener presente con los minerales críticos son las cadenas de suministro, que actualmente están dominadas por China que no explota la mayoría de los minerales críticos en su territorio (ver caso de Mongolia), pero posee una enorme capacidad de procesamiento intermedio “que representa más del 65% de todo el refinado químico, el 80% de la fabricación de cátodos, el 93% de la fabricación de ánodos y el 79% de la fabricación de celdas para baterías.”
Entonces no basta disponer de los yacimientos, también es importante la capacidad de procesamiento y eso explica en parte “la ruta de la seda” impulsada por el país asiático.
Dicho lo anterior, quisiera detenerme y relevar el llamado “Triángulo del Litio” ubicado en Sudamérica; y que lo compone el Salar de Uyuni (Bolivia), el Salar de Atacama (Chile) y el Salar del Hombre Muerto (Argentina), juntos concentran más del 85 % de las reservas de litio conocidas.
Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) en su informe anual «Resumen de productos minerales» (Mineral Commodity Summaries) del año 2019, concluyó que el Salar de Uyuni dispone de 21 millones de toneladas métricas. Mientras Argentina dispone de 19 millones de toneladas métricas y luego Chile, que posee 9 millones.
Ahora bien, un aspecto que debemos tener presente es que la cadena de suministro del Salar Uyuni está íntimamente ligado al puerto de Iquique, que por cierto es el puerto más cercano con una distancia aproximada de 200 Km en línea recta.
Entonces no siendo Tarapacá una zona de minerales críticos, si está en la ruta crítica de la cadena de suministro de la principal reserva de litio del mundo. Hay una oportunidad interesante para los puertos de Iquique o Patache.
Por otra parte, el cobre seguirá siendo un mineral complementario para piezas de alta tecnología y su aporte seguirá vigente particularmente para la industria automovilística. De ahí que debemos considerar y tener presente los permisos ambientales (RCA) como un antecedente para proyectar la vida útil de los actuales yacimientos mineros de cobre en Tarapacá, como Collahuasi (2040-41) o Quebrada Blanca (2043), salvo que nuevas exploraciones modifiquen el Plan Minero proyectado y con ello las fechas indicadas. A lo anterior habrá que esperar la posible reactivación de Cerro Colorado.
Finalmente, la Zona Franca con el Litio a la vuelta de la esquina debería evaluar los modelos de negocios que puedan surgir. El reciente acuerdo entre Bolivia con la estatal rusa Uranium One Group para extraer litio por 450 millones de dólares hasta 2025, hace recomendable estar atento.