Opinión

F-16

Gustavo Orrego

El broncíneo piloto Israelí subió la escalerilla especial de aluminio y se metió con extrema facilidad en la cabina del F-16; pero más que sentado, parecía tendido en la parte alta del aparato y frente a los modernos dispositivos electrónicos, no pudo dejar de notar el fuerte contraste con los innumerables cuadrantes de la instrumentación del viejo y querido Phantom”. (revista máquinas de guerra fascículo 6 página 109, editorial Planeta-Agostini, 1984)

El Lockheed Martin – aunque fue General Dynamics el constructor original-  F-16 Fighting Falcon, es el resultado del programa LWF, Light Weight Fighter o caza de peso ligero, que recogía las amargas experiencias de los pilotos norteamericanos contra los agiles Mig-17/19/21 norvietnamitas durante el conflicto de Vietnam.

El primer prototipo voló el 2 de febrero de 1974 y entró a producción a comienzo de 1978. Su primera acción de guerra fue el 7 de junio de 1982, cuando la fuerza aérea israelí atacó y destruyó el reactor nuclear Iraquí de “Osirak” (Operación Opera), que era parte del programa nuclear con fines pacíficos que estaba impulsando Saddam Hussein. En dicha operación participaron ocho F-16A escoltado por otros tanto F-15A. La misión fue un éxito y Sadam Husein no respondió debido a que ya estaba enfrascado en su guerra contra Irán (1980-1988), país que ya había atacado dicha planta sin mayor éxito.

Rápidamente, el F-16 se convirtió junto con el F-15 en la columna vertebral de la Fuerza Aérea Norteamericana (USAF) a fines del siglo pasado y fue el avión elegido por un gran número de países de la OTAN, Bélgica, Dinamarca, Grecia, Italia (por un tiempo), Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Rumania y Turquía (que los fabrica bajo licencia). Asimismo, ha sido elegido por países de los cuatro continentes, tales como Bahréin, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia, Irak, Jordania, Marruecos, Omán, Pakistán y Singapur.

En América Latina, fue adquirido por Venezuela, cuyos aviones llegaron el 16 de noviembre de 1983 en sus versiones F-16 A/B (24 unidades) y todavía siguen volando con la Fuerza Aérea Bolivariana de Nicolás Maduro. En el caso de Chile, bajo el gobierno de Ricardo Lagos y enmarcado dentro del programa “Peace Puma”, se adquirieron 10 F-16 C/D Block 50/52 (de fábrica). Posteriormente, en el año 2005 se adquirieron 18 unidades F-16 MLU M-2 y el 2008 otro lote de 18 F-16 MLU versión M-4. Estas versiones de segunda mano pertenecieron a la Real Fuerza de los Países Bajos.

Recientemente y  bajo la Presidencia de Javier Milei, Argentina ha comprado 24 F-16 MLU Daneses, similares a los aviones Holandeses adquiridos por Chile. La compra de estos aparatos representa «la adquisición aeronáutica militar más importante desde 1983 para Argentina”, según señaló el Ministro de Defensa trasandino Luis Petri. Lo señalado no es menor, ya que después la guerra de Las Malvinas, Argentina ha tenido dificultades para renovar su material aéreo de combate debido a la crisis económica, a gobiernos que no han priorizado el gasto militar y el veto británico para la venta de algunos sistemas de armas.

Ahora bien, el F-16 es un avión multipropósito o polivalente, lo que significa que puede realizar misiones de combate aire-aire (combate aéreo), misiones aire-tierra (bombardeos de precisión) y misiones aire-mar (ataque a buques). En cuanto a la eficacia y eficiencia de cumplir dichas misiones, dependerá del modelo o block de producción (plataforma, motor, electrónica y sistemas de armas). Eso sin considerar el entrenamiento de los pilotos y los presupuestos de mantenimiento o combustible.

Actualmente, el número de aviones F-16 construidos sobrepasa las 4.000 unidades y si bien se espera su pronto reemplazo por el novísimo F-35, sigue siendo un caza muy capaz.

Pero esta formidable plataforma de combate no es suficiente por sí misma para lograr cumplir todas y cada una de sus misiones sin el apoyo de aviones “tanqueros” como el KC-135 o aviones de alerta temprana E-2 “Sentry”. Eso sin considerar un sólido sistema de vigilancia por radar en tierra apoyado con sistemas antiaéreos ad hoc.

Entonces, siendo el F-16 todavía un sistema sofisticado de armas, su dependencia del país constructor (EE.UU.) supone una dependencia no menor, aspecto que lo han evaluado todos los países que lo han adquirido. Quizás la excepción es Israel con el  F-16I “Sufa”.

La dependencia técnica y operativa señalada supone además una dependencia geopolítica con EE.UU., aspecto que Argentina -bajo Milei- ha asumido sin problemas ni complejos. De hecho, su solicitud de ser considerado como socio global de la OTAN refuerza su actitud.

Si bien estamos hablando del gobierno de turno en Argentina, el movimiento de Milei no pasa desapercibido para Brasil, Reino Unido y Chile.

En el caso de Brasil, que es parte de los BRICS, y que argentina desechó ingresar por el momento, la postura del país transandino lo convierte en un contrapeso de occidente en Sudamérica y con todo lo que conlleva en el marco de la disputa mundial entre EE.UU. y China.

Para el Reino Unido, la adquisición de los F-16 por Argentina coloca una nota de atención para la cuadrilla de Eurofighter que tiene estacionado en el Archipiélago de las Falkland.

En cuanto a Chile, era sabido que la renovación de aviones por parte de Argentina era un hecho inminente y necesario debido a la antigüedad del equipo existente. Sin embargo, esta adquisición no sólo debe ser observado como un proceso de renovación de material de guerra “normal”, sino que además hay que observar la dinámica que puede surgir en las relaciones de Brasil y Argentina; y cómo esto puede afectar nuestros intereses.

A lo anterior hay que sumar el incremento de las inversiones chinas en Perú, como es el caso del puerto de Chancay por la naviera estatal china Cosco Shipping y que representa la proyección de Beijing en Sudamérica con un claro propósito de profundizar sus relaciones con Brasil.  https://teleduc.uc.cl/2023/08/23/chancay-mega-puerto-peruano/

En este “Nuevo Orden” mundial, donde pareciera que la Multilateralidad con intereses cruzados es la regla general, resulta del todo recomendable observar con atención el despliegue de nuestros vecinos en su actuar internacional.

Recordemos que la tricontinentalidad de Chile, como concepto geopolítico, permite explicar la soberanía ejercida por nuestro país en esta parte de Sudamérica y Oceanía (Isla de Pascua),  el control del estrecho de Magallanes y paso Drake, además de la reclamación en el continente antártico.

Todo lo anterior requiere ser vigilado y resguardado con sistemas de armas adecuados.

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