Opinión

Navidad durante la Guerra del Pacífico

Ana Olivares Cepeda, Guía de Turismo Patrimonial

El misterio de la Nochebuena no escapa durante los tiempos de conflictos bélicos y, para los chilenos durante la Guerra del Pacífico, no fue la excepción. Gracias a la publicación en la página gdp1879.blogspot.com de Jonathan Saona, historiador peruano, conocemos una investigación realizada por historiadores chilenos en el 2008, la que tenía como objetivo plasmar una imagen de recreación histórica en postales de saludo navideño.

Si bien ya se habían realizado pinturas y registros similares, estos rescataban imágenes de combates o desplazamientos del Ejército chileno. Sin embargo, no se había considerado retratar un ambiente más festivo y conmovedor como lo es la Navidad. Para ello, se recurrió a los relatos realizados por el capellán Ruperto Marchant Pereira, quien dirigió una carta al obispo, Monseñor Mariano Casanova, con fecha del 21 de enero de 1881. Para determinar los colores de los uniformes usados en la fecha indicada, se recurrió a diferentes fuentes históricas como “Uniformes en la Guerra del Pacífico” de los investigadores Greve y Fernández.

El resultado es un óleo en tela con el Batallón Buin ubicado en el campamento de Lurín, previa entrada a la ciudad de Lima. Están presentes el Comandante de la 2da División, General Emilio Sotomayor, el Comandante de la 1ra Brigada de la misma División, el Coronel José Gana y el Coronel de la misma unidad, Juan León García, junto al 2do Comandante del Buín Nº 1, Mayor José Vallejos. Por supuesto, también está presente el Capellán Ruperto Marchant Pereira debidamente vestido para la ocasión, acompañado del Prebístero, José Eduardo Fabres, capellán de la 2da División, quien hace la bendición del pesebre.

Los detalles son impresionantes. En aquel tiempo, se establece que cada campamento contara con un “nacimiento” debidamente bendecido por un capellán, al igual que el estandarte de la unidad se presentaba al altar de la Sagrada Familia.

En la Nochebuena, se ofrece una liturgia con los altos mandos presentes. Los generales y comandantes saludan al Niño Jesús sacándose su kepí y la tropa se forma sin armamento. Los únicos que portan su fusil Comblain, son los escoltas del estandarte y los de la sagrada Familia. Más allá de los detalles de presentación y uniformidad, yo rescato lo siguiente: la presencia de dos soldados tambores que representan a los niños de 10 -12 años aproximadamente, quienes dejaban de tocar sólo cuando la bala aliada terminaba con sus vidas; además están los arrieros, chinos, mujeres camaradas y sus niños que también entregaron sus importantes aportes a la causa.

Y, por supuesto, la innegable presencia de las cantineras, mujeres soldados y enfermeras, quienes tenían a cargo, especialmente en estas fechas, la instalación y ornamentación de estos humildes pero hermosos y significativos Nacimientos, los que traían un poquito de paz y fortaleza en tiempos de guerra. A falta de flores, arreglaban el lugar con ramas y hojas de verduras.

En el óleo, el Nacimiento está ubicado a la entrada de una carpa de color verde, usadas sólo por el Ejército Expedicionario, y está iluminado por una lámpara a parafina.

Este cuadro valida el mensaje que trae el Salvador para todos los tiempos: con su nacimiento austero y en tierras lejanas, nos regala esperanza y confianza en un futuro mejor.

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