Gárgolas, el mito de los guardianes demoníacos

Al mirar hacia el cielo, para apreciar la arquitectura de la cúpula de un templo, resulta estremecedor ver alrededor de éste una serie de figuras demoníacas que cuelgan de los bordes, o lisa y llanamente, están sentadas en el filo de la cornisa, como guardianes de lo oculto.
La imagen es inquietante para cualquier espectador que desconoce la verdadera razón de estos seres de otro mundo, que permanecen erguidos en lo más alto de la cúpula del templo, incólumes, expectantes… como si esperaran algo o a alguien.
Así es la fisonomía de las cúpulas de la catedral de Notre Dame en París; y al igual que en otros templos en Europa, las denominadas “Gárgolas”, aquellas figuras de piedra representando monstruos y seres mitológicos, vienen a resignificar la visión de quienes –en un momento de la historia de la humanidad- advirtieron la necesidad de perpetuar la incógnita entre lo sagrado y profano; o quizás, validar aquel imaginario colectivo de la batalla entre el bien y el mal.
Estas figuras fantásticas, grotescas y, a menudo, terroríficas; nacieron en la Edad Media, con el fin de ornamentar las iglesias y catedrales de estilo gótico.
Si bien la razón de su origen como seres de otro mundo aún es un misterio, existen dos mitos socialmente aceptados para explicar la presencia de las gárgolas en los templos.
Durante la Edad Media, el clero era el que ordenaba a los arquitectos de las catedrales, el diseño de estas figuras con aspecto demoníaco como guardianes de los templos católicos. Según versa en la tradición oral, la idea de que las gárgolas estuvieran en lo alto del templo era para que el pueblo pensara que éstas ahuyentaban de las iglesias a los malos espíritus, por lo tanto, las personas estaban más seguras y protegidas del mal al interior del templo.
El segundo mito difiere del primero; y plantea que las gárgolas representan a los propios demonios que, en su despavorida huida de las iglesias, fueron petrificados por el poder de la divinidad protectora de sus siervos.
Aunque ambos mitos pueden dibujar en la mente humana un sinfín de historias terroríficas, como la película “El despertar de las gárgolas” (2009); las famosas figuras de piedra fueron diseñadas como un elemento decorativo para disimular el caño de evacuación de las aguas lluvias, sobresaliendo lo suficiente para verter las aguas a la calle sin que ésta cayera sobre la fachada para evitar dañarla.
De hecho, la palabra “gárgola” proviene del francés “gargouille”, que significa producir un ruido semejante al de un líquido en un tubo. De esa forma, la propia etimología de la palabra denota la función de la “gárgola”, donde el caño de evacuación de agua se encuentra en la espalda de la figura, circulando hasta el punto de evacuación, que corresponde a la boca de este terrorífico ser.
No obstante ello, observar la presencia de estas figuras monstruosas en lo alto de una iglesia o catedral, siempre hará divagar la mente hacia otros mundos… quizás, un viaje imaginario a otros tiempos, donde la incertidumbre entre lo mundano y lo espiritual conlleva a buscar respuestas más allá de la realidad.