
Posiblemente el hito con que se marca el comienzo de la guerra fría en el siglo pasado fue el llamado ”telegrama largo” (1946) de George Kennan, jefe adjunto de la misión de EEUU en Moscú, donde explicaba y advertía en 5.000 palabras, las verdaderas intenciones de los soviéticos para con el mundo de post-guerra.
El contenido de dicho telegrama impactó al Gobierno Norteamericano y fue determinante en la implementación del “Plan Marshall”, cuyo objetivo era la reconstrucción de la Europa de Postguerra diseñado para contener la amenaza soviética (1947).
El “telegrama largo” fue, sin lugar a dudas, el antecedente inmediato de la “Doctrina Truman” y que se materializó en el documento NSC-68, que orientó la política de seguridad nacional de Estados Unidos en los siguientes años. Dicha política se podría resumir en que EE.UU. no seguiría el juego a la URSS, y que respondería con todos los medios necesarios en el tiempo y lugar de su elección cuando sus intereses fuesen afectados.
Con la “Doctrina Truman”, nace la política de contención global de Estados Unidos, la cual se concentró en los primeros años de la guerra fría a impedir la expansión de regímenes comunistas por el mundo. Posteriormente, está doctrina evolucionó a contener cualquier ampliación de la URSS fuera de sus áreas de influencia.
Sin embargo, el fracaso en la guerra de Vietnam desprestigió dicha doctrina y propició una revisión de la detente (distensión), siendo el principal impulsor de este cambio Ronald Reagan (1980-1988), quien propició la aplicación de conflictos de baja intensidad (Nicaragua) y el desarrollo de la Iniciativa de Defensa Estratégica, como una forma de desgastar política, económica y tecnológicamente a la Unión Soviética. Consciente de lo anterior el líder soviético Mijaíl Gorbachov inició una serie de reformas, que tenían el propósito de cambiar el sistema económico (Perestroika) y democratizar la sociedad soviética (Glasnost), pero el esfuerzo fue en vano y el daño ya estaba hecho. El 25 diciembre de 1991 desaparece la Unión Soviética.
Así todo, una de las consecuencias de la “Doctrina Truman” fue la formulación de Alianzas o Pactos militares que tenían el claro objetivo de contener militarmente a la Unión Soviética en caso de conflicto.
La más importante de estas alianzas y que todavía está vigente es la Organización del Tratado Atlántico Norte, OTAN (1949), cuyo objetivo es asistirse mutuamente en caso de “ataque armado contra una o varias de ellas, sea en Europa o América del Norte, será considerado como ataque dirigido contra todas”. Integra la OTAN las naciones más importantes de Europa Occidental y desde finales de los años 90 comenzó su expansión a Europa Oriental.
Otro pacto vigente es el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), también llamado Tratado de Río (1947), cuyo objetivo es responder un ataque armado por cualquier Estado contra cualquier País Americano. Dicho ataque se entenderá contra todos los Países Americanos y, en consecuencia, cada integrante se compromete a ayudar a hacer frente al ataque.
La similitud del TIAR con la OTAN es evidente, aspecto no menor para un tratado que aún está vigente y cuyos integrantes lo compone la mayoría de los países latinoamericanos, incluido Chile. Dable en señalar que no son miembros del TIAR; Bolivia, Cuba, Nicaragua, Venezuela, México y Ecuador.
Otros tratados militares de propósitos análogos fue el Pacto de Manila (1954-1977) o SEATO (Southeast Asia Collective Defense Treaty), que fue integrado por EE.UU., Reino Unido, Francia, Australia, Nueva Zelanda, Tailandia, Filipinas y Pakistán. Dicho pacto estuvo influenciado por la guerra de Corea y Vietnam, pero aquello no pudo ocultar su estructura neocolonialista que fue el germen de su disolución; otro caso fue el Pacto de Bagdad o CENTO (Central Treaty Organization) (1955-1979), cuyo objetivo era impedir que se expandiera la influencia de la Unión Soviética en Oriente Medio; y el ANZUS (1951-1984) acrónimo de Australia, Nueva Zelanda y EE.UU., y que tenía por finalidad garantizar la seguridad en el Pacífico Sur.
Hoy con la invasión de Ucrania por Rusia y el ascenso de China como superpotencia, ha resurgido una nueva disputa por la hegemonía mundial. Esto fue abordado en la cumbre de la OTAN MADRID-2022, donde se formuló el Concepto Estratégico 2022, https://www.defensa.gob.es/Galerias/main/nuevo_concepto_estrat_gico_de_la_otan.pdf
Dicho documento en su punto 13 dice: “Las aspiraciones declaradas y las políticas coercitivas de la República Popular China (RPC) desafían nuestros intereses, nuestra seguridad y nuestros valores. La RPC emplea una amplia gama de herramientas políticas, económicas y militares para ampliar su presencia en el mundo y proyectar poder, al tiempo que mantiene opaca su estrategia, sus intenciones y su rearme militar.
Las operaciones híbridas y cibernéticas maliciosas de la RPC y su retórica de enfrentamiento y desinformación van dirigidas contra los Aliados y dañan la seguridad de la Alianza. La RPC aspira a controlar sectores tecnológicos e industriales claves, infraestructuras críticas y materiales y cadenas de suministro estratégicos. Utiliza su ventaja económica para crear dependencias estratégicas y aumentar su influencia. Se esfuerza por subvertir el orden internacional basado en normas, incluyendo los ámbitos espacial, cibernético y marítimo. La profundización de la asociación estratégica entre la República Popular China y la Federación Rusa; y sus intentos mutuos por debilitar el orden internacional basado en normas, van en contra de nuestros valores e intereses”.
Cabe recordar que el pasado 10 de julio del presente año, se celebró en Vilna (Lituania) la última cumbre de la OTAN en que participaron los mandatarios de Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda. A lo anterior, hay que agregar los numerosos gestos y acercamientos de EE.UU. con India y Taiwán.
En el caso Latinoamericano, Argentina (1998), Brasil (2019) y Colombia (2022) son aliados importante no-OTAN, lo que significa que no son miembros de la organización, pero otorga algunas ventajas militares y financieras que no sería posible fuera de esa categoría.
Las piezas del ajedrez mundial se están moviendo y los recursos naturales necesarios para las nuevas tecnologías están siendo observados.
Para Tarapacá el nuevo “Telegrama Largo” significa que su minería, su potencialidad en Hidrógeno Verde (Energía) y su cercanía de Uyuni (Litio), no pasará desapercibido.