Trazos urbanos

Donkey de Agua Santa, la Chacra de los Ingleses

Cada vez que recorro el desierto, su paisaje inusitadamente me sorprende.

Aquellas extensas planicies de tierra y que parecen nunca acabar, esconden sitios inimaginables, exóticos, casi como si salieran de un cuento.

Así fue el viaje para encontrar el “Donkey de Agua Santa”, conocida como la “Chacra de los Ingleses”, uno de los tantos patrimonios olvidados y abandonados de la Región de Tarapacá.

El camino de acceso no es fácil. Mucha calamina, como se suele nombrar al sendero de tierra ondulante y con chusca, para luego de algunos kilómetros, a lo lejos divisar unos árboles que surgen de la tierra agreste, donde muchos imaginarían que no hay absolutamente nada.

Y ahí está aquel sitio, como un oasis en medio del desierto, custodiado por unos algarrobos de cientos de años, erguidos frente al sol inclemente, a la sequedad del desierto y al viento de la pampa.

El “Donkey de Agua Santa” surgió en los inicios de la explotación del salitre. Y debe su nombre al hecho de que se usara una noria de tracción animal para la extracción del agua, la cual luego se trasladaba en barriles cargados en un burro. De ahí, el apelativo de “Donkey”, que en inglés significa “burro”.

Posteriormente, aquel lugar pasó a convertirse en una chacra, un espacio de refresco donde concurrían las familias de los ingleses que vivían en las salitreras, para disfrutar de un “día de descanso”, rompiendo la cotidianeidad de la vida en la pampa.

En el lugar, aún se conservan vestigios de los pozos de agua, construcciones habitacionales, plaza con grandes jardines, una pileta de 10.000 metros cuadrados y una laguna para niños; y un sector para el juego de cricket. Además de un bajo destinado al cultivo de hortalizas, un sector de caballerizas y mulares; y un área de cultivo de alfalfa.

En el área circundante se observan vestigios de la línea férrea. Lo más probable es que las familias se trasladaban desde las salitreras hasta este oasis en una pequeña locomotora con carros de pasajeros.

Al observar el paisaje, uno se imagina a esas familias inglesas con sus trajes de época, disfrutando de una tarde de sábado o domingo, bañándose en la pileta para capear el calor de la pampa, dando un paseo a caballo o mula en los alrededores, deleitándose con un picnic en este oasis o durmiendo una siesta bajo los brazos frondosos de los algarrobos… una escena que recuerda la grandiosa época del “oro blanco”, cuya riqueza para Chile surgió de estas tierras, con la explotación del salitre.

Y ello me recuerda a mi infancia, en la ex salitrera Victoria, cuando cada fin de semana partíamos en auto al denominado “Pique”, un lugar maravilloso en medio del desierto, rodeado de árboles y pastizales, una lagunilla con peces y una granja de animales, que estaba al cuidado de Don Pino, un señor de edad que siempre nos recibía con una gran sonrisa. Aquel lugar tenía dos piscinas y un área de quinchos, para que las familias disfrutaran de un día de descanso y relajo. Era un lugar de ensueño, un lugar mágico de otro mundo.

Sin duda que el “Donkey de Agua Santa” es un patrimonio que nos devela la riqueza cultural de la época del salitre, un reducto que debe ser puesto en valor por lo que representa para la historia e identidad de Tarapacá … una tierra de tesoros escondidos.

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