Opinión

20 de Enero: Día del Roto Chileno

Ana Olivares Cepeda, Vicepresidenta Agrupación Los Viejos Estandartes® Antofagasta

Se define como “roto” a una persona tosca, desvergonzada, mal educada y de groseros modales. Ciertamente, un modo despectivo de señalar al chileno mestizo que, irónicamente, destaca en los conflictos armados de nuestro país.

Los campesinos, gañanes y pobres subordinados de las haciendas han sido siempre los primeros (voluntarios o no) a enfrentarse en armas cuando Chile los ha necesitado. Su figura se torna popular debido a la valentía y victorias obtenidas, especialmente, el 20 de enero de 1839 en la Batalla del Yungay, bajo el mando de Manuel Bulnes durante la guerra contra la Confederación Perú-boliviana y durante la Guerra del Pacífico, 1879 a 1884.

A pesar de la invisibilización a la que fueron sumidos por muchos años por parte de la oligarquía nacional, el esfuerzo y valentía de estos “rotos” fueron ganando reconocimiento.

Emplazando al típico “arco del triunfo”, el 7 de octubre de 1888 se inaugura el “Monumento al Roto Chileno”, erigido en la plaza del Barrio Yungay. El artista Virginio Arias (mismo escultor del monumento al general Baquedano), lo representa en la figura de un joven y fornido miliciano campesino, sin uniforme ni calzado, resaltando al valiente anónimo y defensor de su patria. Existe una réplica de este monumento en la plaza del mismo nombre de la ciudad de Arica y en la plaza Pedro Montt de la ciudad de Valdivia.

Es en este contexto que no puedo dejar de mencionar que entre estos “rotos” valientes, también hubo “rotas” bravas.

En Yungay, Candelaria Pérez (1810-1870), aguerrida y temeraria, gran estratega e informante, combatió en las primeras filas del Callao y Yungay. También fue enfermera.

Su legado es seguido 40 años después por las mujeres que acompañaron a sus familiares, quienes se enlistaron para combatir en la Guerra del Pacífico. Entre ellas, Irene Morales Galaz (1848-1890), quien tiene mucho en común con Candelaria: ambas son nacidas en La Chimba, hoy Recoleta, Santiago, por lo que podemos presumir que en algún momento se conocieron; ambas actúan por venganza en las guerras.

Pérez fue acosada y perseguida en el Callao por ser chilena. Al estallar la guerra, su posada “La Chilena” fue destruida y ella expulsada. Aprovechando su conocimiento territorial, se une a la Armada chilena como informante. Es detenida y apresada. Se le perdona la vida. Inmediatamente Pérez se pone a disposición de su país y se une al Ejército. El hecho de ser mujer y analfabeta, no le impide servir ciegamente a su país.

A Morales, los bolivianos le fusilan a su pareja en Antofagasta, a pesar de haber solicitado el indulto presidencial, por lo que declarada la Guerra del Pacífico meses después, ella ve la oportunidad de venganza, ya que en cada soldado aliado veía al asesino del amor de su vida. Aún la presencia de la mujer en las filas estaba prohibida, por lo que decide vestir de varón y pasar como soldado. Al ser descubierta, el General Baquedano la admite como cantinera.

Ambas son ascendidas a Sargento, a pesar de ser mujeres civiles y voluntarias; ambas son recibidas con honores a su regreso al país, pero olvidadas muy pronto; ambas reciben una pensión paupérrima, muy por debajo en comparación de sus camaradas de armas; ambas mueren de neumonía, pobres y solas en el mismo hospital (San Borja) y ambas son sepultadas en el mismo cementerio (Recoleta, Santiago).

La tumba de Candelaria es simbólica, ya que los impuestos pagados cuando fue sepultada (colecta de algunos de sus camaradas), sólo lo cubrió por un par de años. Al no ver responsables del pago, sus restos fueron enviados a la fosa común. Irene es traslada al Mausoleo de la Sociedad de Veteranos del 79, trece años después de su muerte.

Como si hubiese un hilo invisible que las ha unido desde siempre, Morales es vista públicamente por última vez en la inauguración de este monumento en el año 1888, en honor también a la “rota” Candelaria.

Ninguna deja descendencia, más su legado ha traspasado los tiempos. Mujeres de gran convicción, valentía y entrega, que amaban a su Patria más que a sí mismas.

En este Día del Roto Chileno, vaya mi reconocimiento a Candelaria e Irene.

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