Trazos urbanos

Palacio de Versalles, lujo y belleza por siempre

Uno de los lugares del mundo que destaca por su lujo y belleza es el Palacio de Versalles.

Conocido como Château de Versailles (en francés), está ubicado a unos 19 kilómetros al oeste de París, Francia.

Fue construido por el Rey borbón Luis XIV, conocido como el Rey Sol, quien luego de ampliar el castillo viejo edificado en el periodo de Luis XIII, convirtió lo que inicialmente era una residencia de placer en un palacio, el cual inauguró en 1664, transformándolo en la residencia de la familia real y en la sede de su corte y de gobierno.

Es así que al llegar a la entrada del palacio se impone la magnificencia de aquella época que emula la grandeza que impuso el Rey Sol. Una gran explanada cerrada por una reja dorada, y en el centro del patio delantero, una gran estatua de su figura como Rey Omnipresente. Hacia el fondo, se aprecia la belleza del palacio con una arquitectura barroca, que destaca por su ornamentación y detalles de fina factura, lo que le valieron ser declarado en 1979 como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, por su importancia como centro del poder, el arte y la ciencia en Francia, durante los siglos XVII y XVIII.

Tanto el interior del viejo palacio como las alas norte y sur, están ornamentadas con columnas jónicas (arquitectura clásica del siglo VI a.C.) y altas ventanas rectangulares en el primer piso, mientras que en el segundo piso y el zócalo, la decoración destaca por su estilo corintio (decoración vegetal de forma curva) y una balaustrada. Además de grandes escaleras de mármol y amplios espacios con esculturas o estatuas de gran tamaño, que dan cuenta de una marcada necesidad por la belleza de otros tiempos.

A pesar del silencio inmutable, los detalles ornamentales, figuras esculpidas en paredes y las pinturas que engalanan cada espacio, obligan a imaginar la opulencia y exuberancia con que la familia real y sus cortesanos disfrutaban la vida cotidianamente, caminando entre la inmensidad de este palacio que poseía cientos de aposentos, como las salas de la guardia real, antecámaras, el gran gabinete, el Salón del Rey, situada en el centro del palacio, la cámara del ojo de buey y, por cierto, los aposentos reales.

Además de una serie de cámaras que llevan el nombre de los planetas, y donde Luis XIV quiso imponer su impronta como gobernante, gestando así un clima de exaltación de su persona, con esculturas, retratos y símbolos que hablan de un rey magnificente.

Sin embargo, uno de los espacios que deslumbra por su belleza es la Galería de los Espejos, que fue construida por Jules Hardouin Mansart, reemplazando una terraza que unía las dos alas del palacio (norte y sur) con la fachada del oeste.

Con un marcado estilo barroco, esta nave tiene una longitud de 73 metros por 10,50 metros de ancho, espacio que está rodeado por 17 ventanas de arco que proporcionan la luz que se refleja en 357 espejos que cubren las paredes de la sala.

Pero su mayor logro es su bóveda, que está coronada por pinturas que representan distintas escenas del reinado de Luis XIV y  decorada por una grandes lámparas de lágrimas que representan el detalle íntimo de la belleza que el Rey Sol impuso a su reinado.

Sin duda, resulta un viaje placentero recorrer cada uno de estos espacios que irradian no sólo el lujo y suntuosidad de la época, sino también el poder del Rey Sol dirigía el gobierno de Francia.

Desde las ventanas de la Galería de los Espejos, se abre otro espectáculo a los ojos del visitante, como son los jardines de Versalles, un espacio único, mágico, casi sacado de un cuento que relataremos en la próxima historia de Trazos Urbanos, para mostrar las bellezas del mundo.

 

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba