Opinión

El 18 de Septiembre durante la Guerra del Pacífico

Ana Olivares Cepeda, Vicepresidenta Los Viejos Estandartes® Antofagasta

Las Fiestas Patrias de Chile es un momento de celebración que no escapa al tiempo ni espacio y que, durante la Guerra del Pacífico, no fue la excepción. A pesar de las tribulaciones del momento, hubo una mujer cantinera que se preocupó de llevar un trocito de patria al campo de batalla cada 18 de septiembre.

Del libro «La Cantinera del Atacama, Doña Filomena Valenzuela G.» de José de la Cruz Vallejos, cito: «Doña Filomena Valenzuela no solo se preocupó de cuidar heridos y enfermos con sinigual abnegación, sino que también se preocupaba de hacer gratos a los demás las horas de soledad y recuerdos. Como buena chilena no pasaba desapercibido el 18 de septiembre, fecha a la cual dedicaba atención preferente.

En unión de algunos clases y soldados del Atacama organizaba para día tan señalado brillantes representaciones dramáticas, en las cuales hacían alegorías patrióticas, como «Prat en la Cubierta del Huáscar» y otras, o declamaba poesías de acendrado sentimiento patriótico que hacían entusiasmar a los valientes soldados comprovincianos de ella. No era conocida la señora Valenzuela como «cantinera», nombre que nunca le dijeron sus compañeros de expedición, sino que cariñosamente la llamaban: «Madrecita» y «La Patti del Regimiento», lo primero debido a su carácter bondadoso, verdaderamente maternal para con los soldados; lo segundo a causa de su gran amor al canto, pues doña Filomena había tenido desde pequeña una verdadera devoción por la música y entonaba con voz sonora hermosas canciones patrióticas y sentimentales que hacían vibrar de gozo a los jóvenes corazones que sólo esperaban la hora de conquistar lauros para Chile. Para consuelo de los tristes, para los que sentían con intensidad la nostalgia de la patria chica, del hogar, recitábales poesías, donde campeaba la virilidad en las estrofas, dentro de un elevado concepto del patriotismo. Recuerda la señora Filomena la siguiente estrofa, aunque no sabe a qué autor pertenece, con que levantaba el espíritu de los tristes:

«Nunca mostréis las frentes abatidas cuando os llame en auxilio su patrio suelo, las bellas esperanzas más queridas se hundirán si se nubla nuestro cielo. Nosotros curaremos las heridas que sabréis conquistar con noble celo ¡Marchemos al Ideal, la Patria espera!…»

Una mujer que de tal suerte se preocupaba de mantener latente el espíritu guerrero de los gloriosos tercios del 79, merece que la patria chilena la recuerde eternamente con legítimo orgullo».

Después de la guerra, la Subteniente Filomena Valenzuela Goyenechea, Cantinera del Regimiento del Atacama, se establece en Iquique e instala un teatro de variedades con diferentes puestas en escenas patrióticas. El lugar solía estar lleno de veteranos que se reunían para estrechar lazos, rememorar las hazañas y celebrar la sobrevivencia.

Al final de sus días, la “Madrecita” estipula algunos protocolos para su sepelio. Solicita que sea sepultada con las reliquias que conservó de sus camaradas en cada campo de batalla y que sea cubierta con la bandera chilena, cuidando que la estrella toque sus labios.

Este gesto sólo reafirma lo que por su patria sentía, un amor y respeto incondicional y eterno.

¡Viva Chile!

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